A partir de entonces, una vez que empecé a trabajar, lo que me ha dado la oportunidad de estar donde estoy ha sido no quedarme siempre en la misma empresa; por ejemplo, evolucionar hasta alcanzar puestos de responsabilidad, y una vez adquiridos algunos años de experiencia en el sector, habiendo tenido cargos intermedios y toda la experiencia que ello conlleva, ya estás dentro del sector y es más difícil que te rechacen por el simple hecho de ser mujer o por cualquier otro motivo.
Me he tenido que mover mucho, he viajado muchísimo, incluso a China, Marruecos, Portugal, India y muchos otros países, en los que mucha gente no ha querido estar, para poder diferenciarme de alguna manera del resto. En cierto modo eso lo que ha hecho es darme un perfil de trabajo “masculino”, pero siendo una mujer, porque viajas mucho, es mucha responsabilidad y estás siempre fuera de casa.
Ahora ya me he apaciguado un poco en ese sentido, ya que he adquirido un nivel laboral considerable, por lo que entrar como directiva en una empresa es mucho más difícil, y aún más con mi edad. Por ello decidí crear Waissö Clothing, para demostrarme a mí misma que sí lo puedo hacer, que a veces no tienes que esperar a que los demás te den oportunidades, algo que tendemos a pensar, y también para ponerme un poco a prueba y ver hasta dónde puedo llegar.
Y a modo personal, todas estas experiencias ¿qué te han enseñado, cómo te han cambiado?
Pues me han enseñado muchísimo. Yo siempre he sido una persona abierta y tolerante, pero todas estas experiencias me ayudaron mucho a abrir los ojos, porque yo no viajaba a los sitios para hacer turismo. Yo entraba directamente a vivir con la gente, en las fábricas, con los proveedores que acababan siendo amigos míos. De alguna manera todo ello me ha permitido poder vivir en otras culturas, aunque fuera por períodos cortos. Los problemas que encontraba no son los que te ponen en la televisión: la gente me contaba sus problemas reales; para mí todo ello es realmente interesante, ya que te da una visión de la vida muy amplia y humanamente te llena mucho. Quizás eso es lo que más voy a echar de menos si no viajo más: la conexión con las historias reales, la conexión con otras culturas. Me parece un valor muy valioso.

Dices que cuando viajas es ese intercambio con otras culturas lo que realmente te abrió los ojos. ¿Crees que hoy en día vivimos en un mundo tan intercultural que no hace falta viajar para conocer gente de otras culturas?
Depende del país en el que vivas. Pero en España aún no se da un grado de multiculturalismo que permita conocer otras culturas sin tener que viajar: hay inmigración, sí, pero no hay una conexión. Por ejemplo, tienes al vecino que por ejemplo es de Pakistán, pero no sabes nada de él. Cuando estás en tu país estás viviendo el día a día y no te das cuenta de la gente ni de las historias que están pasando a tu alrededor, porque todo el mundo al final está haciendo lo mejor para poder salir adelante. Sin embargo, cuando viajas por trabajo, siempre tienes un momento en el que tienes que sentarte con otras personas en una mesa porque tenéis que comer, y ya te ves en la situación de tener que hablar de cosas. Por ejemplo, también es cierto que en India muchos de los proveedores con los que yo trataba eran personas adineradas, gente que había viajado o estudiado fuera, gente de mente abierta. Y entonces se generaba una especie de química.
Cundo estás en tu país, entre comillas, sí, puede que tengas un compañero de trabajo que es de País de Gales, pero no entras mucho en su dinámica o a intentar conocerlo mucho.